Escribiendo a través del tiempo
“El escriba sentado” es una escultura egipcia que tiene más de dos mil años de antigüedad y que aún sigue cautivando a quien la observa.
Lo primero que llama la atención de la estatua al verla “en persona” es su tamaño: 54 centímetros. Tal vez uno, por ser tan renombrada e importante, la imaginaba más grande, más imponente. Pero a pesar de su tamaño, “El escriba” no deja de atraer la atención de quien lo mire.
“El escriba sentado” es una escultura realizada alrededor del año 2500 a.c. en Egipto, más precisamente en la necrópolis de Saqqara, situada en la ribera occidental del Nilo. Lamentablemente no se conoce su autor, pero lo que es seguro es que era uno de los mejores escultores del Imperio, ya que el realismo del que dotó a su obra ha sido motivo de estudio a lo largo de los más de 4500 años de vida de “El escriba”.
Es una de las estatuas que más y mejor representa la escultura en el Imperio Antiguo de Egipto, y es también una de las más famosas y bien conservadas de toda la Civilización egipcia.
Se realizó en una época en que Egipto se encontraba en la cima de su gloria.
Actualmente es una de las piezas históricas que más público atrae del riquísimo patrimonio del Museo del Louvre, en la ciudad de Paris.
Se sabe que la escultura fue realizada en piedra caliza, de un color rojizo, donde destacan sus ojos, tallados en cristal de roca, cuarzo blanco y ébano, lo que le da un gran realismo a la mirada. Las manos presentan gran detalle: una de ellas, la derecha, aparece en una posición sosteniendo un desaparecido cálamo -una caña cortada que servía para escribir en la antigüedad-, mientras que la izquierda sostiene el papiro donde donde está escribiendo.
¿Qué era un “escriba”?
Eran personas muy importantes en la sociedad del Egipto Antiguo, ya que eran funcionarios que se encargaban de registrar minuciosamente aspectos de la vida diaria, como así también todo lo relacionado a la actividad comercial y cultural. La administración, la contabilidad, la administración, la función de escribanos públicos, entre otras tantas actividades, eran llevadas a cabo por estas personas que integraban una casta especial y muy respetada a causa de sus conocimientos y sus capacidades intelectuales.