Tiempos de pandemia
Por Mario Bratuz
Desconocimiento, incertidumbre, temor ante el enemigo invisible son algunos de los puntos que hoy la humanidad padece. El COVID-19 no reconoce fronteras políticas ni étnicas, solo avanza de la mano del ser humano. Desde el inicio contó con la complicidad de la negación ante la presencia del virus. Hoy a varios meses de instalado el virus en la sociedad, la lucha de la ciencia es incansable y las decisiones políticas no alcanzan para detener al enemigo.
El costo altísimo en vidas humanas simplemente pasarán a la historia como estadísticas, mientras tanto, las potencias se culparán unos a otros de tamaña tragedia y las víctimas, aisladas ante la proximidad de la muerte, solo atinan a despedirse de sus seres queridos a través de la tecnología.
La filósofa Judith Butler señaló en una entrevista en “Capitalism has its limits” las consecuencias de la pandemia al pensar en la igualdad. Butler dice “El virus no discrimina. Podríamos decir que nos trata por igual, nos pone igualmente en riesgo de enfermar, perder a alguien cercano y vivir en un mundo de inminente amenaza. Por cierto, se mueve y ataca; el virus demuestra que la comunidad humana es igualmente frágil.”
Modificar la cotidianeidad de una sociedad solo lo pueden lograr hechos como estos. Para estos cambios en el individuo surgen comportamientos diversos, todos unificados en el miedo.
Desde los gobiernos se toman acciones, algunas inmediatas, otras tardías. Obviamente los resultados son diferentes y los números de víctimas lo confirman. Cuando China se desentendió en el inicio de la pandemia, se encontró de pronto con algo incontrolable. Miles de víctimas fatales e infectadas aparecen en la enumeración diaria, que luego de reconocer el error solo con su cultura de obediencia comenzaron a revertir la situación.
Por otra parte, el virus ya desparramado por el planeta hace estragos en Europa y se aproxima rápidamente hacia África y América, que ya cuentan por centenares los infectados. Mientras la ciencia se debate en hallar el antídoto y detener la pandemia, desde las potencias se acusan mutuamente de introducir la bacteria en sus sociedades.
El planeta se detuvo. Algunos manifiestan que el virus logró purificar el aire y las aguas, otros analizan la situación con la introducción de factores de la economía mundial, mientras muchos no acatan las decisiones sanitarias y son detenidos, otros se encierran en sus hogares mutando sus actividades profesionales y familiares en un aislamiento obligado. La mezcla de solidaridad y unificación en ideales políticos son las alternativas de defensa de algunas sociedades; mientras tanto, diferentes sectores de las comunidades hacen caso omiso ante el enemigo invisible. El resultado es claro: miles de muertos. El COVID-19, por ahora lleva ventaja, es hora de jugar a favor de la vida.