¿La problemática de la basura es cultural?
¿Qué hacemos con la basura? Una pregunta que a diario se hacen millones de humanos. Algunos deciden que no les importa, otros intentan sin perseverar mucho, mantener un espacio ordenado, pero si la arroja al container y cae al lado del mismo, da igual. Por último se encuentran ciudadanos inhumanos a los que no les interesa dónde cae y si la basura los rodea lo asumen como parte de su cultura.
Culturizados con la basura no significa convivir con ella; no equivale a sobrevivir en ella. Se habla de aquel humanoide sucio, no de aquella víctima de los sistemas sociales que los arrojó desde que nacieron a un basural.
La cultura de la basura no es una “cultura basura”. No existe ese formato, pero sí la cultura de la basura en cuanto al ordenamiento, y actualmente en el reciclado. Si bien hay que reconocer que este último ítem hoy se transformó en una industria millonaria para unos pocos, y esclavitud para muchos.
No debemos olvidarnos de aquellos a los que en su tierra no les importa dónde cae un papel, pero en la ajena intentan dar una imagen falsa. Queda claro que en tierra foránea se aplican las leyes, por lo cual antes de arrojar se piensa. La pregunta es: No cumplir con la ley, ¿es es cultura o irresponsabilidad?
Sin duda que la basura cada día incrementa su volumen y se reducen los espacios para su contención. Contención que perjudica la tierra si estos residuos no tienen un tratamiento adecuado en tiempo y forma. Desde el instante que el producto se arroja comienza una serie de inconvenientes en el origen, cualquiera sea este, llámese hogar o industria.
En Argentina a pesar de que las organizaciones ecológicas trabajan a destajo para inculcar una dosis de cultura transformadora, aún falta mucho para lograr el objetivo de hacer desaparecer por completo los residuos. El plan denominado “Basura Cero” es un programa y plan de acción, cuyo objetivo es lograr que los residuos sólidos aprovechables no sean enterrados o incinerados, sino reciclados y devueltos al ciclo productivo en un 100%. Pero, a más de catorce años de creada, la ley sigue sin respetarse, según lo indica un informe de Greenpeace.
Sin duda que las grandes urbes padecen las irresponsabilidades de la sociedad. Cada integrante tiene su parte de culpa, desde el ciudadano, los funcionarios y las ausencias enormes de las políticas de control. En el interior es muy semejante, tanto sea la problemática como las responsabilidades. Todos estos errores de la sociedad es parte de nuestra cultura.
Mario Bratuz