Cuando las paralelas se unen

Greenpeace y Médicos Sin Fronteras son dos entidades con un objetivo en común: luchan hace décadas para que tengamos un mundo mejor. Aquí repasamos un poco de su historia y analizamos su presente.
Dos entidades entre un colectivo innumerable de ellas, trabajan en el planeta para mejorar la calidad de vida de los seres humanos. Ambas intentan contener actitudes avarientas donde prevalece el materialismo sobre las condiciones naturales de la Humanidad. En los diferentes campos de acción, las muertes son irrecuperables y las heridas pueden ser cicatrizadas, pero la realidad es que jamás serán olvidadas las causas.
Médicos Sin Fronteras y Greenpeace, dos universos que luchan por el bienestar. Cada uno con sus herramientas: el primero por la vida de los pueblos en situaciones límite, el segundo por la naturaleza propia.
Ambas entidades denuncian acciones destructivas. Los médicos le hacen frente con su pasión por la vida humana, con conocimientos y elementos que la ciencia proporciona cada día, mientras que los ecologistas lo hacen con la concientización y la acción, colocándose cara a cara con el destructor en cada frente de lucha. El común denominador de ambos es el coraje y la determinación para enfrentarlos.
La década del setenta fue el comienzo de ambas entidades. Médicos Sin Fronteras asiste a las personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias o enfermedades olvidadas, desastres naturales y exclusión de la atención médica. Mientras que la organización ecologista brega para detener el cambio climático, proteger la biodiversidad en todas sus formas, prevenir la contaminación y el abuso de los océanos, las tierras, el aire y el agua dulce y promover la paz, el desarme mundial y la no violencia.
Otro punto que los unifica es la independencia económica. Ninguna recibe aportes de gobiernos y partidos políticos. Las donaciones unipersonales y el voluntariado son las piezas claves del engranaje solidario.
Médicos Sin Fronteras, la salud de los olvidados como prioridad
Médicos Sin Fronteras se fundó en 1971 en París por un grupo de médicos y periodistas. La raíz es la guerra de Biafra. En 1967, tras años de convulsiones, la provincia nigeriana declara unilateralmente su independencia, y comienza un conflicto brutal. Biafra es cercada por el Ejército nigeriano: el bloqueo no tarda en provocar una hambruna que diezma a una población ya debilitada por la sequía. Esto ocurre ante los ojos impotentes del Comité Internacional de la Cruz Roja, que trabaja en Biafra y ve cómo incluso los hospitales son bombardeados.
Varios miembros del equipo de la Cruz Roja consideran que la organización debería hacer más por denunciar lo que está ocurriendo, pero su mandato les impide hacerlo. Entre ellos hay médicos franceses que, de regreso a su país, deciden romper el silencio y hablan con la prensa.
Uno de los periódicos que recogió sus denuncias fue Tonus, un semanario médico que estaba reclutando facultativos para crear una brigada internacional de emergencia. Médicos y periodistas deciden pasar de las palabras a los hechos y se unen bajo una nueva bandera: Médicos Sin Fronteras.
Hoy, es un movimiento mundial donde participan más de 43.000 personas de más de 150 países, en su gran mayoría trabajando localmente en su país de origen.
Greenpeace, la lucha por la ecología y el medio ambiente
También en 1971, pero en otro continente, un grupo de activistas antinucleares canadienses se embarcaron a bordo del viejo pesquero “Phyllis Cormack” para protestar contra las pruebas nucleares que Estados Unidos estaba llevando a cabo en el archipiélago de Amchitka, en Alaska. Su objetivo: impedir que la bomba fuese detonada colocándose en el centro de la zona de pruebas.
Como acción directa, la expedición a Amchitka no salió como se esperaba. Sin embargo, como estrategia de campaña resultó un éxito extraordinario. Un año después, Estados Unidos se vio forzado a anunciar que detendría las pruebas nucleares en la zona. Amchitka es desde entonces una reserva ornitológica.
Años más tarde, en 1978, las oficinas de Europa, Estados Unidos y el Pacífico decidieron poner en común sus recursos y crear Greenpeace Internacional. En la actualidad, Greenpeace es una de las organizaciones ambientalistas más importantes del mundo, cuya oficina central se encuentra en Amsterdam, Holanda, y cuenta con oficinas en 55 países en todo el mundo.
Ambas instituciones trabajan sin descanso, es allí donde se unen ambos extremos de las paralelas. El nexo es la vida.