Correo Argentino, un sistema defectuoso e ineficaz
El Correo Argentino, es una empresa que se encuentra en la órbita de la Secretaría de Innovación Pública, y depende de la Jefatura de Gabinete de la Nación, lo que hace que queden en evidencia muchos de los vicios a los que nos tiene acostumbrados la actividad estatal: irresponsabilidad, burocracia, mala atención. Aunque, por supuesto, no en todas las dependencias estatales es así, estas características alcanzan a la mayoría de las mismas, y como dice el dicho, “pagan justos por pecadores”, ya que, lamentablemente, en la mayoría de los casos sucede lo mismo.
Muchas son las quejas y los reclamos que han llegado a nuestra redacción con situaciones en las que los usuarios nos cuentan la mala, pésima, experiencia con el Correo Argentino, ya sea para enviar como para recibir la correspondencia. Paquetes que no llegan, documentación que se entrega vencida o carteros que ni siquiera tocan el timbre ni dejan acuse de visita cuando no hay nadie en el domicilio, son solamente algunos de los problemas que han sido reportados.
Hoy nos vamos a centrar en dos casos: la entrega del DNI y la de una tarjeta de crédito.
Primer caso: el DNI que nunca llegó
Luis (nombre ficticio), tramitó un nuevo ejemplar de su documento nacional de identidad. El mismo debía llegarle dentro de un plazo estipulado a su domicilio. Haciendo el seguimiento del envío por la página web del Correo Argentino vio que determinado día su documentación ya estaba en poder del cartero y esa misma jornada iba a ser la entrega. Lo esperó toda la mañana, hasta que en la tarde, al mirar nuevamente en la página web, aparecía como que el cartero ya había hecho la visita y figuraba como “Domicilio cerrado/1 visita”. Extraño, porque Luis vive en un edificio y hay un encargado al cual los carteros generalmente entregan la correspondencia para no tener que tocar cada uno de los timbres. Algo que ya de por sí está mal, ya que varias de esas correspondencias muchas veces son contra firma de acuse de recibo y es documentación personal, pero la costumbre y la “practicidad” hace que sea así. Luis se fijó, y ese día el encargado había estado trabajando, de manera que era imposible que el domicilio estuviese “cerrado”, por otra parte porque él también había estado todo el día en su departamento. Tampoco había ningún aviso de visita en el buzón que certificara que efectivamente el cartero había pasado.
Luis esperó que se actualizara la página web para hacer nuevamente el seguimiento de su DNI y a los pocos días otra vez estaba su correspondencia en poder del cartero, de manera que ese día sería la entrega. Esperó ansioso toda la mañana y toda la tarde… Hasta que el mensaje de “Domicilio cerrado/visita2” apareció nuevamente en la página. Fue hasta el buzón y, efectivamente, allí estaba el aviso de visita. Pero el horario en el que aparecía que el cartero hizo la visita Luis había estado precisamente al lado del portero eléctrico, en la cocina, esperando. Algo no cerraba.
Luis fue a la oficina de Correo Argentino al otro día para ver cómo recuperar su correspondencia. Grande fue su sorpresa cuando la empleada le respondió “Nosotros no tenemos nada que ver con los carteros”. Luis, extrañado, le preguntó cómo era eso, si los carteros van vestidos con el uniforme que representa a Correo Argentino, a lo que la empleada le respondió que el de logística era otro departamento, y que ellos ahí en la oficina no podían hacer nada. Que él -Luis- debía llamar por teléfono al número que el cartero había dejado en el aviso de visita para pactar una nueva entrega, pero este era el 4891 9191, un número fuera de servicio (que incluso aparece en la página web del Correo). Sonriendo nerviosamente y sin saber qué responder ante esto, la señorita le dio a Luis el número correcto y la única opción que le ofreció fue dejar asentada la situación en el libro de reclamos, lo cual Luis realizó.
Luego de innumerables intentos para comunicarse, Luis logró hablar con un operador, quien lo atendió de mala gana y solamente atinó a decirle una nueva fecha de entrega. Y esta vez sí, con mala cara y casi gruñendo, pocos días después el cartero hizo la entrega y Luis tuvo finalmente su DNI.
Caso dos: La tarjeta de crédito y el cartero mentiroso
En esta oportunidad, fue Mariana (nombre de fantasía), quien sufrió la irresponsabilidad del cartero. La situación fue prácticamente la misma que en el caso anterior: un seguimiento del envío de su tarjeta de crédito a través de la página web del Correo Argentino, un SMS avisando que ese día sería visitada por el cartero para entregarle su tarjeta, una primera visita inexistente, un llamado al Correo y la misma respuesta: “No tenemos nada que ver con los carteros. Debería hacer el reclamo en ese sector porque nosotros desde acá no podemos hacer nada”. Y, con respecto a la segunda visita, la operadora le informó a Mariana que no podía decirle cuándo iba a ser la segunda visita porque eso surge automáticamente y no se puede prever. En el caso de no llegar a concretarse la entrega, ahí sí ella -Mariana-, debía comunicarse nuevamente con el Correo para pactar la entrega.
Mariana siguió esperando, hasta que finalmente en la página web del Correo apareció que su tarjeta estaba en poder del cartero. Simultáneamente recibió un SMS donde se le informaba que ese mismo día el cartero la visitaría. Entonces, ella decidió no quedarse en su departamento esperando, sino que bajó –ella vive en un primer piso-, y esperó pacientemente en la puerta del edificio a que llegara el trabajador postal. A media mañana, aproximadamente, vio con alegría que el cartero dobló en la esquina en su bicicleta. Dobló a toda velocidad por arriba de la vereda (menos mal que no venía nadie caminando), y se paró un poco antes de llegar a la puerta del edificio. Con alegría, Mariana pudo ver que el empleado tenía en sus manos un sobre con el logotipo de su banco. Pero… ahí mismo sobre la vereda, sin haber llegado siquiera cerca del portero eléctrico, el cartero sacó un talonario de aviso de visita, completó una de sus hojas, lo llenó y lo depositó en el buzón. Mariana, vio esto y tranquilamente le preguntó si no tenía nada para el departamento número 17 (su departamento), a lo que el cartero respondió que no. Rápidamente y antes de que se fuera en su bicicleta, Mariana atinó a abrir el buzón, tomar el aviso de visita y leerlo. Al ver que era para ella, lo increpó al cartero para preguntarle por qué no entregaba la correspondencia como debía, a lo que él le respondió titubeando que no tenía los datos suficientes para hacerlo, que no sabía el número de departamento. Al mirar el sobre, los datos estaban, grandes y claros. El empleado irresponsable no supo qué decir, no hizo más que enojarse diciendo que él hacía más de 26 años que hacía ese trabajo y que sabía cómo hacerlo. Después de ofenderse, agarró su bicicleta y se fue rápidamente de nuevo sobre la vereda, sin siquiera tener la hombría de pedir disculpas y de reconocer su error. Lo que nunca imaginó el empleado mentiroso y haragán es que Mariana registrara todo con la cámara de su teléfono celular… Las imágenes son las que ilustran esta nota y hablan por sí solas.
Un servicio deficiente que pagamos todos y muchas dudas
Con estos dos ejemplos, lo que queda en claro es la irresponsabilidad y la desidia de quienes trabajan en Correo Argentino, una empresa del Estado, cuyos funcionamiento (incluidos los sueldos de los empleados), pagamos los contribuyentes, pero que presta un servicio más que ineficiente, donde el único perjudicado es el usuario. Ya sea en la distribución de la correspondencia como en la oficina y en el call center, nadie se hizo cargo de la situación y todos se “lavaron las manos”.
Nos quedan algunos interrogantes: ¿cómo puede ser que en la oficina de Correo Argentino digan que no tienen nada que ver con los carteros de… Correo Argentino? ¿Nadie los supervisa? ¿Nadie controla que la correspondencia se entregue en tiempo y forma? Por teléfono también responden de la misma manera, pero luego de una segunda visita infructuosa, ¿cómo es que uno puede llamar para pactar por ese medio una nueva visita del cartero… que supuestamente es un área con la cual no tienen contacto? ¿Para qué sirve el Libro de quejas de la oficina del Correo Argentino? ¿Permiten que el usuario deje asentado un reclamo por el servicio de distribución, que es un área que –según dicen-, no tiene nada que ver con ellos? ¿Y qué hacen con esa queja presentada, entonces? Muchos interrogantes para una simple entrega de correspondencia, la cual realizan en forma irresponsable e ineficiente, y que nos sale muy caro a todos los argentinos.
Los dos casos que tomamos para esta nota sucedieron en la ciudad de Quilmes, pero hemos recibido infinidad de información de otras ciudades donde la problemática es la misma.