3 diciembre, 2024
Opinión

Café, el clásico argentino

¿Quién no disfruta de un buen café y una charla con amigos? O también es una excelente alternativa para la sobremesa. Pero sea como sea, esta infusión -que en Argentina es un clásico como en ninguna otra parte del mundo-, lleva ya más de 800 años sobre la faz de la tierra.

La historia del café se remonta al siglo XIII, en África, más precisamente en la zona de Etiopía, donde los habitantes de esa zona descubrieron la forma de transformar a la baya fruto del cafeto. Lo que no está claro y se pierde en las diversas poblaciones de esa zona, es cómo fue que se descubrió que al tostar los granos podía resultar en la ahora famosa bebida.


Hay una leyenda breve y muy bonita –“La leyenda del pastor”-, que cuenta cómo habría sido el nacimiento del café: se dice que “fue un joven pastor yemení llamado Kaldi quien descubrió la planta del café. Kaldi observó un comportamiento extraño en su rebaño, que brincada y saltaba enérgicamente, tras ingerir los frutos rojos de un arbusto hasta entonces desconocido. Sorprendido por este hecho el pastor arrancó varios frutos y se los mostró a un superior religioso de un convento cercano. El religioso probó a hervir las bayas y beber la infusión resultante, pero era demasiado amarga y la desechó.
Al tirar aquellos frutos al fuego observó cómo al tostarse desprendían un agradable aroma. De nuevo probó a preparar una infusión con las bayas ya tostadas, descubriendo entonces lo que hoy conocemos como café.”

Pero… aunque como historia es muy romántica, lo cierto es que la misma fue publicada recién hacia 1671, unos 400 años después del descubrimiento de la planta en Yemen. De modo que fue desechada como referencia histórica.
Lo más cercano a la realidad sería que el café pasó de Etiopía a Egipto y Yemen. En este último país fue donde alrededor del siglo XV en los monasterios sufíes fue donde el tostaron los granos y llevaron a cabo la preparación de la infusión tal como la conocemos hoy en día.
Desde la Península Arábiga se expandió en el siglo XVI a Medio Oriente, Persia, Turquía y África del Norte. Luego de eso, la llegada a Italia, al resto de Europa, a Indonesia y al continente americano, fue solamente cuestión de tiempo.

Las mil y una formas de preparar un buen café

En nuestro país el café es más que una simple bebida. Es la compañía de una sobremesa, es una excusa para un encuentro entre amigos, es el compañero nocturno del estudiante que tiene que rendir una materia al otro día.
Argentina hizo del café una tradición. Por eso no extraña que se consuman en el país 45 millones de kilos de café, en promedio, 1 kilo por habitante. Eso significan unas 207 tazas al año…


Está de más decir que esta bebida tiene un competidor muy fuerte: el mate. Eso hace que nuestro país no se encuentre entre los grandes consumidores a nivel mundial, encontrándose inclusive muy lejos de los primeros puestos (por ejemplo, el ranking de bebedores de café lo encabeza Finlandia, con una media de 1100 tazas por habitante al año…)
De todas formas, el café ha ido metiéndose en la casa de los argentinos, y acompañando al ritmo del consumo también progresó la forma de prepararlo. Hace unos años el café “profesional” era exclusivo de cafés, bares y confiterías, y para la casa quedaba solamente el café de cafetera, o el de filtro.
Pero en los últimos años, con el auge de la variedad de cafés, también han evolucionado los implementos para prepararlos. Por eso hoy en día encontramos las famosas máquinas “de capsulitas”, hasta las semi profesionales (con espuma, vapor, etcétera), al alcance de la mano de cualquier hogar.


Por eso mismo, podrá pasar el tiempo, encontraremos más variedades, podrá ser en casa o en el café de la esquina, pero hay una frase que llegó para quedarse y quedó arraigada en el vocabulario argentino para siempre: “¿Tomamos un café?”

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