Necesidad vs. ética profesional
Esta duda surge en Lincoln, provincia de Buenos Aires, cuando la necesidad de un accidentado y la ausencia de la ética profesional se cruzan en el camino. Esta es una historia simple que ocurre a diario, no siempre se visibiliza, pero siempre el tiempo es junto a la víctima, el protagonista principal.
El pasado 27 de diciembre, Guido Mazurenok transitaba la ruta provincial N° 70 -de tierra-, en el tramo que une la localidad linqueña de Martínez de Hoz con Las Toscas, un pueblo del cual es oriundo el protagonista de este evento.
A las 6.30, mientras conducía su automóvil Volkswagen Gol dominio HTZ 065, perdió el control del mismo y se produjo el vuelco del vehículo, que terminó su trayectoria en un zanjón en el costado del camino. El conductor sufrió heridas de consideración -una de las consecuencias del accidente fue que no tenía movilidad en las piernas inmediatamente después del mismo-.
Guido fue auxiliado por unos amigos que transitaban circunstancialmente por el lugar quienes solicitaron la ambulancia de Las Toscas, que se hizo presente breves minutos más tarde para trasladarlo al nosocomio de la ciudad de Lincoln, distante 80 km del lugar.
Una vez en el hospital fue atendido por el médico de guardia y se procedió a realizarle radiografías y dejarlo en observación hasta que el traumatólogo de turno se hiciera presente y diagnosticara el cuadro y gravedad de las lesiones.
Hasta este momento la historia es normal en el contexto de un ciudadano accidentado y atendido urgentemente por los profesionales. Ahora es el momento donde se presenta la ética profesional. El traumatólogo de guardia se hizo presente recién en las primeras horas de la tarde, es decir más de 6 horas después del ingreso de Guido al hospital. El galeno le realizó algunas preguntas, verificó las radiografías y ordenó una tomografía y el traslado a la Clínica Oeste de la misma localidad, dado que el Hospital se encontraba dedicado a los afectados al Covid-19.
Inmovilizado, y con un diagnóstico de fisura de coxis y desplazamiento de pelvis, Guido tuvo que esperar hasta el día siguiente, lunes 28, en horas de la tarde para realizarse la tomografía, es decir 36 horas después del accidente.
A partir de allí comenzó otra extensa espera de algún médico. Según fuentes de la clínica, estas manifestaron que todos los traumatólogos llamados aducían diferentes situaciones: el Covid, otro no se encontraba en la ciudad, un tercero se hallaba en una cirugía en otro distrito…
Luego de un reclamo ante las autoridades de la clínica por parte de un familiar, el día martes 29, a las 16 horas llegó al fin un traumatólogo, 58 horas de paciente espera a base de suero y morfina. A partir de allí la situación volvió a la normalidad.
En cuanto a los diagnósticos hubo diferencias entre los médicos. El primero, sin una revisión minuciosa y con solo una radiografía señaló un desplazamiento de pelvis y fisura de coxis, mientras que el segundo, con una revisión más placas radiográficas señaló una abertura de pubis y una inflamación enorme en el área afectada, por lo tanto este último es el que se tomó para proceder a la recuperación del paciente.
La otra parte de la historia -la económica-, dice que Guido en el momento del accidente, no contaba con obra social vigente, dado que se le venció unos días previos al hecho, por lo tanto quedó en manos del Hospital Municipal. Asimismo, a la hora de la alta médica, la clínica había preparado un saldo que debería pagar el paciente por la internación. Gracias a los reclamos realizados en el nosocomio y a las autoridades de la clínica se informó a la administración del sanatorio que los gastos serían cubiertos por el municipio, dado que actualmente y por motivos de la pandemia, las clínicas privadas del distrito de Lincoln tienen un convenio con el municipio, donde se describe que los traslados que se producen desde el Hospital serán reconocidos por éste y no se debe abonar diferencia alguna.
Guido actualmente se recupera lenta y favorablemente de sus heridas, pero por sufrir un accidente, más allá de las consecuencias físicas, se debió enfrentar a la falta de ética de algunos profesionales de la salud, donde para ellos la urgencia pasa a un segundo plano.
Mario Bratuz
CUANDO ESTE UN POCO MAS TRANQUILA, VOY A CONTAR LA HISTORIA DE MI PAPÁ. PUEDO COMPRENDER EN EL MOMENTO QUE ESTAMOS PERO, COMO FUI TRATADA, MALTRATADA MEJOR DICHO, Y DEJANDOME DE LADO COMO SI YO FUERA UNA DESCONOCIDA DEL PACIENTE. HAY ALGUNOS QUE SERAN FAMOSOS EN MI MURO DE FACEBOOK. CON NOMBRE Y APELLIDO. LO QUE HICIERON ES IMPRESENTABLE. DESPUES CUANDO SEAN BIEN RECONOCIDOS POR LO MAL QUE SE MANEJARON CON UNA HIJA DESESPERADA, NO ACEPTO DISCULPAS. YA NO TENEMOS MAS A MI VIEJO PERO ALGUNOS TAMPOCO TENDRAN PAZ INTERIOR.