Sachsenhausen, la puerta de entrada al Infierno
Un recorrido por el campo de concentración de Sachsenhausen, en Alemania, uno de los lugares que usó el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial para detener y asesinar.
Traspasar el portón de acceso al predio ya eriza la piel. La leyenda “Arbeit macht frei” (“El trabajo los hará libres”) -presente en todos los portones de acceso de los campos de concentración nazis-, parece una triste ironía si pensamos en la cantidad de víctimas que sufrieron el hacinamiento hasta la muerte en estos lugares.
El campo de concentración de Sachsenhauer está ubicado en la localidad de Oranienburg, a poco más de 35 kilómetros al noroeste de la capital del país, Berlín. Oranienburg es una típica ciudad pequeña alemana: casas bajas, calles poco transitadas, aire puro. Nada hace pensar que tras esos muros de lo que parece un parque o un espacio de distensión al aire libre se escribieron una de las más oscuras páginas del nazismo.
La historia de Sachsenhausen
Comenzó a funcionar como campo de concentración nazi el 12 de julio de 1936. En primera instancia fueron trasladados allí solamente prisioneros políticos, pero dos años después, en 1938, comenzaron a llegar allí miles de judíos. Más tarde polacos, y finalmente soviéticos fueron quienes completaron el amplio espectro de prisioneros del nazismo.
Sachsenhausen no fue solamente un campo de concentración, sino que allí funcionó también una gran fábrica de armamento que abastecía al régimen en toda la zona de Berlín. Esto era posible a la mano de obra gratuita, ya que utilizaban prisioneros para trabajar.
Experimentos médicos, torturas, castigos, asesinatos, fue lo que se llevó a cabo en este lugar.
Otra de las características de este lugar de confinamiento es que era un lugar donde se realizaban miles de experimentos médicos con quienes estaban allí alojados. Desde intentar detectar las características físicas y genéticas de judíos y gitanos para así exterminarlos más fácilmente, hasta de diferentes pruebas médicas de sometimiento, castigo y tortura. Por ejemplo, había grupos de prisioneros a los que se los denominaba “El batallón de los patinadores”, que eran los encargados de probar el calzado que llevaría el ejército nazi. Para esto, los militares hacían caminar a grupos de prisioneros entre 30 a 40 kilómetros diarios dentro del campo, por diferentes terrenos, para así ir probando la fortaleza del calzado. Mal alimentados, cansados, castigados, muchos de los prisioneros caían exhaustos y morían en el lugar. Los que no completaban la caminata requerida eran fusilados a la vista de los demás presos.
La mayor falsificación de moneda de la historia
En este campo se llevó a cabo la denominada “Operación Bernhard”, la falsificación a gran escala de libras esterlinas, con la que se buscaba financiar al ejército nazi en Europa, pero que tenía como objetivo principal el introducir en el mercado inglés a las libras para generar inflación y debilitar la economía del país. Para este trabajo se hizo una selección dentro de todos los campos de concentración que manejaba el nazismo de aquellos prisioneros que tenían habilidades en fotografía, grabado, dibujo, imprenta, y de esta forma se armó un “equipo de trabajo de mano altamente calificada” que se ocupó de esta tarea, teniendo como retribución pequeñas mejoras en su calidad de vida dentro del campo. La “Operación Bernhard” fue perfectamente retratada en la película “Los falsificadores”, del año 2007, ganadora en 2008 del premio Oscar a la Mejor película de habla no inglesa.
El final del infierno
Con el término de la guerra, tropas de la Unión Soviética lograron tomar el campo de Sachsenhausen y liberar a los más de 3000 prisioneros que aún estaban ahí. Eso sucedió el día 22 de abril de 1945 a las 11:08, hora que desde ese momento aparece en el reloj de ingreso al predio conmemorando el día de la liberación.
Desde 1945 hasta 1950 el lugar fue campo de concentración soviético, donde este régimen mantuvo prisioneros a civiles presuntos colaboradores de los nazis, funcionarios del régimen alemán y algunos militares alemanes.
Desde 1961 este predio y otros en las adyacencias que también formaron parte del complejo militar alemán fueron declarados museos del Holocausto y son una dura pero necesaria referencia para no olvidar nunca lo trágico y doloroso que fue el régimen nazi para el mundo.
Muy bueno 👍 para no olvidar