¿El mundial de la vergüenza?
Qatar 2022, no todo lo que brilla es oro
Mientras millones de seres humanos tienen la mirada sobre este país de Medio Oriente que exhibe todo el brillo jamás visto en el planeta alrededor de un balón, junto a los millones de dólares invertidos, existe el lado B, que lamentablemente opaca el evento.
El balón comenzará a transitar los campos de juego, verdaderas alfombras verdes, pero debajo de ellas se encuentran historias manchadas con sangre y hasta la presencia de la muerte. Solo algunos medios del mundo se animan a mencionar las atrocidades sobre las obras del mundial, pero la organización Amnistía Internacional las exhibe con datos y testimonios estremecedores.
En primer lugar, el periodista italiano Franco Espósito publicó una radiografía de la ausencia de los derechos humanos en este evento mundialista. En ella destaca el arrepentimiento de Joshep Blatter de otorgar la sede a Qatar En Qatar donde el deporte más popular son las carreras de camellos.
Cataríes y miembros de la FIFA olvidaron los derechos humanos: 210.000 millones de dólares fueron destinados para mostrar al mundo una copa del mundo que en su interior se hallan mezclada la gloria de los jugadores y la muerte de quienes la construyeron (todos extranjeros). 6750 muertos es el precio en vidas.
Amnistía Internacional denunció una cruda realidad y sintetizó las atrocidades de esta manera: “Hemos detectado ocho formas de explotación que sufren algunos trabajadores de las obras del estadio Jalifa y la ‘Aspire Zone’”:
1. Elevadas comisiones de contratación
Muchos migrantes buscan trabajo en Qatar para huir de la pobreza y la alta desocupación en países como Nepal, Bangladesh e India. Pero para conseguir empleo deben pagar elevadas comisiones. Los trabajadores, tuvieron que pagar sumas que iban desde 500 a 4.300 dólares estadounidenses a contratistas sin escrúpulos en sus países de origen. Muchos de ellos, (trabajadores) están endeudados, por lo que temen dejar su empleo cuando llegan a Qatar.
2. Terribles condiciones de vida
Normalmente, los trabajadores soportan condiciones de hacinamiento y de falta de higiene y seguridad en sus alojamientos. Amnistía Internacional pudo ver a hombres durmiendo en literas en habitaciones para ocho o más personas. Sin embargo, el derecho qatarí y las Normas para la Protección de los Trabajadores permiten como máximo cuatro camas por habitación y prohíben el uso compartido de camas y el uso de literas.
3. Mentiras sobre el salario
Los agentes de contratación, además, hacen falsas promesas respecto al salario que recibirán los trabajadores, y sobre la clase de empleo ofertado. Los 300 dólares al mes que a un hombre de Nepal le habían prometido que iba a cobrar resultaron ser solo 190 una vez que empezó a trabajar en Qatar. Cuando los trabajadores explican a la empresa que les habían prometido un salario superior, ésta se limita a hacer oídos sordos. Así lo recuerda Mushfiqur, jardinero de la Aspire Zone: “El gerente solo dijo: ‘Me da igual lo que te hayan dicho en Bangladesh. Cobrarás este sueldo y nada más. Si sigues protestando les diré que cancelen tu visado y te manden de vuelta a casa’”.
4. Retrasos en el pago de salarios
A veces no se pagan los sueldos durante varios meses. Esto puede tener consecuencias desastrosas, ya que los trabajadores no pueden pagarse la comida, enviar dinero a sus familias ni hacer pagos sobre préstamos asociados a la contratación. Una situación que a muchos los lleva al borde de la desesperación.
5. No poder abandonar el estadio ni el campamento.
Algunos empleadores no expiden o renuevan el permiso de residencia a sus trabajadores, a pesar de que están obligados a hacerlo según el derecho catarí. Con estos documentos de identidad, los trabajadores pueden demostrar que tienen permiso para vivir y trabajar en Qatar. Sin ellos, pueden ser encarcelados o multados. Por esta razón, algunos de los hombres que trabajan en las obras del estadio Jalifa tienen miedo de aventurarse más allá de la zona de obras o del campamento donde viven los trabajadores.
6. No poder salir del país ni cambiar de trabajo
Los empleadores habían confiscado el pasaporte a todos los trabajadores con los que se entrevistó AI. De hecho, si quieren salir de Qatar, deben conseguir un “permiso de salida” aprobado por su empresa. Pero los empleadores suelen hacer caso omiso de estas solicitudes, o incluso amenazan a los trabajadores, diciéndoles que no pueden marcharse hasta que termine el contrato, lo que podría significar otros dos años.
7. Ser amenazados
Si los trabajadores se quejan de las condiciones o piden ayuda, normalmente son intimidados y amenazados por sus empleadores. Así lo contó un migrante que trabajaba en las obras del estadio Jalifa: “Fui a la oficina de la empresa, le dije al gerente que quería irme a mi casa [en mi país] porque siempre recibía la paga con retraso. Me dijo a gritos: ‘Sigue trabajando o no te irás nunca’”.
Mohammad, que trabaja en el mantenimiento de zonas verdes de la Aspire Zone, explicó: “La empresa tiene mi pasaporte. Si cambia mi estado de financiación, me enviarán de vuelta y tengo una gran deuda pendiente […] Quiero que me devuelvan mi pasaporte [y] el campamento no está bien, dormimos ocho en una habitación, somos demasiados. Pero no puedo quejarme [porque] me echarían del trabajo”.
8. Trabajo forzoso
Una de las empresas que contratan trabajadores para el proyecto del estadio Jalifa somete a trabajo forzado a sus empleados. Quienes se niegan a trabajar debido a las condiciones son amenazados con deducciones de la paga, o con ser entregados a la policía para su expulsión sin recibir el sueldo que les corresponde.
El 20 de Noviembre, para millones comenzará una nueva edición del Mundial de Futbol. En la misma fecha miles de familias observaran los juegos sin ver el juego, solamente la imagen de sus seres queridos que con sus manos edificaron un gigante oscuro.