25 noviembre, 2025
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Fiesta del sándwich en el Hipódromo de Palermo: un festival para chuparse los dedos

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El Hipódromo de Palermo se transformó por dos días en el epicentro del sabor porteño: el sábado 22 y domingo 23 de noviembre, se celebró el Festival del Sándwich, un evento gratuito que reunió más de 30 food trucks con cerca de 150 variedades de sándwiches, según la organización.

Bajo un cielo claro y en un entorno tan emblemático como el de Av. del Libertador y Dorrego, miles de personas se acercaron al Hipódromo Argentino de Palermo para disfrutar de una verdadera fiesta gastronómica. El festival, que funcionó entre las 12 y las 23 horas, combinó música, coctelería, cerveza artesanal, postres y, por supuesto, sánguches de todos los estilos.

Desde su apertura, el predio tuvo un flujo constante: familias, parejas y grupos de amigos exploraron los distintos puestos, sin prisa pero con claro entusiasmo por probar las múltiples propuestas.

Tres recorridos, muchas historias

Los organizadores habían armado el festival en torno a tres ejes que marcaron el mapa de sabores:

  1. Sándwiches del mundo: Fue quizá el más colorido. En este recorrido se podían saborear baos chinos, banh mi vietnamitas, paninis italianos, arepas colombianas, croque-monsieur francés, chivitos uruguayos, falafel pita del Medio Oriente y más.
  2. Sándwiches de autor: Aquí los chefs locales dejaron volar su creatividad. Se vieron panes especiales, rellenos poco convencionales, carnes braseadas, encurtidos caseros y combinaciones pensadas para impresionar.
  3. Sándwiches virales: Las redes sociales no fueron ignoradas: se ofrecieron creaciones que habían explotado en TikTok o Instagram, como el famoso “ribwich”, el pancho coreano (“hattogu”) o el curioso “chinchupán”.

Más que pan y relleno

El festival no solo giró en torno a los sánguches salados. También contó con propuestas dulces: helados, alfajores, chocolatería y pastelería acompañaban la experiencia. Para quienes prefirieron algo para beber, había tragos, cervezas artesanales y coctelería, creando una atmósfera de feria relajada y divertida.

Además, el evento tuvo respaldo institucional: se realizó con el apoyo de BA Capital Gastronómica, un programa del Gobierno de la Ciudad que promovió este tipo de ferias como parte de una estrategia para consolidar a Buenos Aires como un destino culinario importante.


Miradas durante el festival

A lo largo del fin de semana, el público mostró su entusiasmo en múltiples formatos: desde quienes caminaban con un sánguche gigante en la mano hasta los que prefirieron degustar con calma sentados en sectores verdes del hipódromo. Los food trucks, por su parte, trabajaron a todo ritmo, con cocineros ajustando recetas y atendiendo pedidos que iban creciendo a medida que pasaban las horas.

Varios puestos reportaron que algunas de las variedades más elegidas fueron las tradicionales de distintos países (como los baos y paninis), pero también se destacaron los sánguches virales: muchos visitantes confesaron que venían especialmente para probar el famoso ribwich que habían visto en redes.

Al caer la tarde, el festival tomó aún más vida: la música, el murmullo de la gente y el aroma de pan y condimentos se volvieron una mezcla embriagadora. Pero aún así, el clima fue amable: la jornada no se vio interrumpida por lluvia, por el contrario, fue un fin de semana espléndido que permitió que una multitud se acercara al predio palermitano para disfrutar de este festival de la gastronomía.


Mucho más que un simple bocadillo

Esta segunda edición del Festival del Sándwich no solo funcionó como una reunión gastronómica: se consolidó como un espacio social y cultural donde la diversidad de sabores refleja la identidad cosmopolita de Buenos Aires. Al reunir creaciones típicas de distintos países, propuestas locales innovadoras y fórmulas virales, el festival demostró que el sándwich es mucho más que un bocadillo: es un vehículo de cultura, creatividad y comunidad.

Para muchos asistentes, fue también una invitación a redescubrir la ciudad desde otro ángulo: no solo como un lugar de paisajes porteños, sino como una plataforma para el cruce de gastronomías y experiencias urbanas.

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