3 diciembre, 2024
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Cuando la imagen cobra vida

Si bien las fotos en blanco y negro tienen su encanto, también es verdad que las que son a color parecieran más “humanizadas”, más reales.

Tomar una foto es capturar un momento de la vida en una imagen. Pueden ser fotos de un cumpleaños, de un paisaje o de un cachorro jugando, pero siempre son un recuerdo imborrable que queda plasmado en la cámara.
Hoy en día tomar una foto es muy común, aún para aquellos desconocedores de temas tales como iluminación o velocidad de obturación. En la actualidad basta con apretar un botón -físico o digital-, y voilà! la foto ya está sacada. Y no solamente es muy fácil tomar una foto, sino que también es muy fácil que salgan bien los colores, las luces, las sombras. Eso hace que las fotos de hoy reflejen prácticamente con una fidelidad absoluta lo que sea que queramos retratar.

Pero no siempre fue así. En los comienzos de la fotografía se tomaban imágenes no tan nítidas, y el color brillaba por su ausencia. Si bien las investigaciones científicas respecto a cómo plasmar el color en una imagen comenzaron pasada la segunda mitad del siglo 19 (más precisamente en 1861), la fotografía a color no se popularizó hasta mucho más adelante (1907) cuando comenzaron a comercializarse en forma masiva las primeras máquinas que podían capturar fotos en color.

Es por esa razón que la gran mayoría de las imágenes anteriores a esa fecha son en blanco y negro. Desde 1829 -año en que Nicéphore Niépce captó la primera fotografía de la historia- hasta que se comenzaron a registrar imágenes a color, las fotos que conocemos de hechos históricos, de líderes políticos, de próceres, y de numerosas personalidades más, siempre han sido en blanco y negro.

El blanco y negro en una foto le otorga un aura “nostálgico”, donde al ver una imagen de estas características inmediatamente pensamos que es una foto “vieja”. Y, acompañado a esto, también es verdad que las fotos de lugares, pero sobre todo de personas, en blanco y negro, es como que carecen de “vida”, como que son deshumanizadas, quedan siendo simples imágenes y nada más.

¿Pero qué pasa si trabajamos digitalmente esas imágenes para darles color? En ese momento pareciera que las dotamos de vida, que les damos otra fuerza, otro sentido. Ver los colores de las vestimentas, de la piel, de los ojos, hace parezca que esas imágenes fueron tomadas más cerca en el tiempo, lo que las hace más contemporáneas, más reales.

De esta forma, hemos realizado un trabajo de retoque digital de algunas personalidades de la historia universal, donde tratamos de darle otra perspectiva, otra mirada, a esos rostros tan conocidos pero a la vez tan lejanos.

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