El Obelisco de Central Park: Un Viaje Milenario desde Egipto al Corazón de Manhattan
En medio del vibrante verdor y la serenidad de Central Park, en la ciudad de Nueva York, se alza un imponente monolito de granito rosado que parece susurrar historias de un pasado lejano. Este no es otro que el Obelisco de Central Park, también conocido como la Aguja de Cleopatra, un fascinante testimonio de la antigua civilización egipcia que encontró un nuevo hogar en el corazón de Manhattan.
Pero, ¿cómo llegó esta maravilla milenaria a adornar uno de los parques urbanos más famosos del mundo? La historia del Obelisco se remonta al siglo XV a.C., durante el reinado del faraón Tutmosis III. Erigido originalmente en la ciudad de Heliópolis, un importante centro religioso del antiguo Egipto, este obelisco gemelo marcaba la entrada de un templo dedicado al dios sol Ra. Tallado en granito proveniente de las canteras de Asuán, su superficie jeroglífica narra las glorias de Tutmosis III y, posteriormente, inscripciones añadidas por Ramsés II en el siglo XIII a.C.

Con el paso de los siglos, el obelisco permaneció en su emplazamiento original hasta que, en el siglo XIX, el jedive de Egipto, Isma’il Pasha, lo obsequió a los Estados Unidos en reconocimiento por su neutralidad en las negociaciones para la apertura del Canal de Suez. Tras un arduo y complejo viaje transatlántico, la Aguja de Cleopatra llegó a Nueva York en 1880.
Su instalación en Central Park, en una colina detrás del Museo Metropolitano de Arte, fue un evento de gran magnitud. Hoy en día, este monumento de más de 21 metros de altura y aproximadamente 224 toneladas de peso se erige como un vínculo tangible con una de las civilizaciones más antiguas y misteriosas de la historia.
Al pasear por Central Park, detenerse frente al Obelisco es realizar un viaje en el tiempo. Sus jeroglíficos, erosionados por miles de años y la exposición a los elementos de Nueva York, aún evocan la grandeza de los faraones y las creencias de una cultura ancestral. Rodeado de la naturaleza exuberante del parque y el bullicio distante de la ciudad, el Obelisco de Central Park ofrece una perspectiva única, uniendo la majestuosidad del pasado con la vitalidad del presente.

Para los visitantes de Nueva York y los amantes de la historia, contemplar el Obelisco de Central Park es una experiencia enriquecedora. Es una oportunidad para reflexionar sobre la perdurabilidad del arte y la historia, y para maravillarse ante la conexión inesperada entre el antiguo Egipto y la moderna metrópolis. No dejes de incluir esta joya histórica en tu próxima visita a la Gran Manzana.